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“Colomba” de Jean Anouilh con dirección de Juan Carlos Thorry

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¿La Primera vez de Alfredo Alcón sobre un escenario?




Semanas atrás tuve la suerte de coincidir en el hall de un teatro con un querido amigo, biógrafo, periodista e investigador teatral, de muchos años en el oficio, con varios libros publicados, y en algún momento de nuestra conversación le comenté que recientemente había incorporado a mi colección el programa de mano de la primera actuación teatral de Alfredo Alcón: “Colomba” de Jean Anouilh con dirección de Juan Carlos Thorry a mediados de la década del 50.  

No!– Me dijo – Antes de Colomba actuó en teatro bajo la dirección Cunill Cabanellas.
  
Yo sabía que con Cunill Cabanellas había estudiado en el Conservatorio, junto a Ernesto Bianco y otros, pero me lo dijo con tanta seguridad y es tanto el respeto que le tengo que me puso en duda y tratando de investigar al respecto sólo encontré declaraciones de Alcón a dos medios periodísticos diferentes donde él dice haber debutado en teatro con “Colomba” coincidiendo con la primera actuación de Lautaro Murúa en Argentina. De todos modos, si alguien tiene información que refute lo dicho por el propio Alcón que, por favor, me la haga saber. Aquí está el programa de mano de “la primera vez” de Alcón sobre un escenario (Al menos hasta que alguien pruebe lo contrario)




En declaraciones al diario La Nación, hablando de Delia Garcés, Alfredo Alcón dice:  “Yo no trabajé con ella, no soy de su época, pero cuando debuté en teatro con Colomba , de Jean Anouilh, junto con Analía Gadé (por esa época no venía nadie a saludarme al camarín), de pronto escucho que golpean la puerta y era Delia, aquel ser de luz, maravilloso, de una belleza y una delicadeza increíbles. Me felicitó, y ahí pude ver hasta qué punto había gente dispuesta a ser generosa conmigo.”



En otras declaraciones, esta vez a la Revista Mercado del 17-5-79 claramente Alfredo Alcón dice: “En teatro debuté con Analía Gadé en "Colomba", de Anouilth, donde también hacía su debut Lautaro Murúa que recién venía de Chile.”


Radioteatro - Breve reseña

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Radioteatro:

La imaginación en el aire.



Desde principios del Siglo XX y hasta bien entrados los años 60, la vida de la familia argentina se vinculaba estrechamente  con  la radio. Sobre esa cajita mágica se construía una gran parte de la cultura popular y era el medio de información por excelencia, el único que llegaba hasta rincones muy lejanos urbanos y rurales.

Y el radioteatro presidía aquel ritual de reunión familiar en torno a la radio. Grandes artistas de renombre despertaban la imaginación y emocionaban con historias de amor o de trasfondo histórico. Algunas obras nacidas para el radioteatro subían luego  a escenarios que se multiplicaban en extensas giras por todo el país o a la inversa, obras nacidas para el escenario era rápidamente aptas para la radio.


Uno de los nombres fundacionales es sin dudas el de Andrés González Pulido, español de nacimiento, que comenzó su trayectoria en la radiofonía argentina cumpliendo roles de recitador y monologuista en los primeros años del Siglo XX  pero pronto su labor como dramaturgo y libretista de radio le dio sus grandes éxitos. Sus historias, que estaban basadas en payadas, folletines y sainetes, pronto se difundieron por todo el país, llegó a tener más de 50 títulos registrados a su nombre, pero sin dudas que el mayor de sus logros fue “Chispazos de Tradición”  que para el crítico, periodista e investigador Jorge Bernardo Rivera, que ha estudiado a fondo la literatura gauchesca, “Chispazos de Tradición” era “una suerte de revista radial con música, canciones, diálogos y pasos de comedia y drama inspirados libremente en una visión muy peculiar del folklore e inclusive de la misma realidad nacional” Y cuando nos habla de una “visión muy particular” nos acerca a la opinión de Homero Manzi que criticó los libretos acusándolos de inauténticos desde el punto de vista de la genuina cultura popular y, al mismo tiempo, carentes de verdad histórica y artística y calificó al programa de “verdadero baldón para nuestro concepto de personas civilizadas” y trató a González Pulido de "filibustero" y “ladino ignorante”Pero lo cierto es que, como bien dice el periodista e investigador Roberto Di Chiara: ”Cuando se escucharon los primeros capítulos de
"Chispazos de tradición" desaparecían como el agua los aparatos de radio, que la gente buscaba como si fuera el pan. Fue una verdadera revolución. Los que no tenían la suerte de poder comprar una radio, se las ingeniaba para llegar de visita a una casa amiga -llevando las facturas para el mate- y así, reunidos en el patio o en la salita, se asombraban escuchando las voces de los actores y las historias de "El gaucho solitario" al que no se le conocía la voz, solo el sonido de los cascos de su caballo, ya que el solitario aparecía en escenas culminantes, trayendo el suspenso para que al día siguiente se repitiera la escena de las vecinas que se juntaban a escuchar "Chispazos de tradición”



La importancia que adquirió este radioteatro fue verdaderamente enorme. Carlos Ulanovsky, nos dice que: “La compañia de teléfonos observaba que a la hora del radioteatro disminuía la cantidad de llamados. Grandes tiendas como Harrod’s tuvieron que colocar altoparlantes para que la clientela no dejara de ir. Los empresarios cinematográficos de todo el país exigieron a la radio que cambiara el horario porque la pasión por Chispazos estropeaba la asistencia a la función de la tarde.”




También debemos mencionar otro gran éxito de comienzo de los años cuarenta emitido por Radio “El Mundo” y que se mantuvo en el aire desde 1942 hasta 1967: “Los Pérez García”. Recreaba en 15 minutos la vida cotidiana de una familia típica de la época, con las alegrías y problemas comunes. La trama desarrollada alcanzó eco en el imaginario popular y provocó la rápida identificación y relación de la gente con las problemáticas planteadas diariamente. Esto puede verse a través de una expresión que se popularizó en la época: “Tiene más problemas que los Pérez García”.  Se transmitía de lunes a viernes, inicialmente al mediodía y, más adelante, de 20,15 a 20,30. Esos quince minutos se iniciaban con el sonido de un teléfono, al que siempre alguien contestaba diciendo "Sí amigos, esta es la casa de Los Pérez García". Un día que era el cumpleaños de una locutora, Zabalúa dijo: "Sí, Susy, esta es la casa de los Pérez García", lo que provocó que desde entonces se modificara la apertura y se incluyera cada día uno o más nombres pues llegaban cientos de cartas de oyentes pidiendo ser nombrados. El programa era representado por actores que formaban parte del elenco estable de Radio El Mundo. "Don Pedro", el jefe de la familia (Martín Zabalúa), su esposa, "Doña Clara" (Sara Prósperi), sus hijos "Luisa" (Perla Black, a quien siguieron Celia Juárez y Pepita Férez) y "Raúl" (Jorge Norton). Luego, con los años se fueron incorporando otros nombres al elenco.



En la década del ‘50 el radioteatro se enriqueció también con el surgimiento de ciclos de aventuras destinados principalmente al público infantil. Así nació “Tarzán”, bajo el auspicio del chocolate en polvo “Toddy”, “Sandokán”, “Batman y Robin”, etc.


El radioteatro abordó también el género histórico, llevó al aire escenas típicas de la época rosista, del enfrentamiento entre federales y unitarios y otros pasajes de la historia nacional.




Eva Duarte también consigue niveles de popularidad en 1938 trabajando en radioteatros. Su debut fue en el micrófono de Radio Belgrano con “Oro Blanco” un libreto de Ferradás Campos, conocido autor y letrista de Agustín Magaldi y quizá por su amistad con él, es que a Evita se le brinda la oportunidad. Pese a la poca vida que tuvo ese radioteatro, Eva Duarte consigue algunos trabajos posteriores como locutora en la emisora y continúa en teatro. Hacia mayo de 1939 el radioteatro está en pleno auge. 


Evita está a días de cumplir 20 años de edad y lo festeja con ganas; su hermano Juan trabaja en la empresa de jabones Radical para quien Evita había grabado ya algunas publicidades radiales, pero ahora es el auspiciante de un nuevo radioteatro y Evita es la elegida para protagonizarlo; con este auspicio se abren para ella las puertas del radioteatro definitivamente, encabezando junto a Pascual Pelliciotta, (que había actuado junto a ella en sus comienzos teatrales con Eva y José Franco y también en La Rueda de la Fortuna) la “Compañía de Teatro del Aire”  para emitir un romance del tipo histórico por radio Mitre; se tituló: “Los Jazmines del Ochenta” Están también junto a Evita su compañera del cuarto de pensión: Ada Pampín, y su entrañable amigo Marcos Zucker. Y aunque fue un radioteatro más en medio del dial, el micrófono le reportó a Evita las mayores satisfacciones, tanto espirituales, como materiales, logrando al fin el tan buscado reconocimiento del público. Las revistas especializadas comienzan a ocuparse de Eva Duarte; Sintonía, Antena y Radiolandia dan a conocer su rostro y su sonrisa cálida de siempre.


También le dieron brillo al radiotearto  las historias románticas con voces realmente inconfundibles como las de Oscar Casco en Radio Splendid, actuando junto a Hilda Bernard como coprotagonista sobre libretos de Nené Cascallar y de Alberto Migré, luego hicieron infinidad de capítulos en Radio El Mundo.

Los efectos para hacer sonidos ambientales merecerían un capítulo aparte: una puerta se abría o cerraba; con la tapa de un piano, o el ruido de un tiro; el libro de guardia de los locutores servía para el efecto de una bomba si se lo dejaba caer y un papel celofán, al arrugarse daba la sensación del incendio de un pastizal. Luego se sumaron los  sonidos grabados en discos que reproducían sonidos tales como la salida o llegada de un tren.



Pero no todo era entretenimiento; la pieza que aquí publico corresponde a dos libretos de la audición "La Batalla Argentina" que se emitía los días martes, jueves y sábados a las 15 hs. por LR4 Radio Esplendid (RADES) auspiciado por el "Centro Argentino de Cultura" en la temporada radial de 1944 y que luego se imprimían en pequeños cuadernillos para ser repartidos entre los oyentes. Está claro que estas emisiones de un sólo capítulo no fueron solamente un entretenimiento, sino también una excelente herramienta política para exaltar el nacionalismo y modelar el sentido común de la población. Hablamos en este caso de 1944 y para quien hasta febrero fuera el presidente de facto General Ramirez  la tarea del gobierno militar consistía en "renovar el espíritu nacional y la conciencia patria -que ha sido ahogada-, infundiéndole una nueva vida" y "dar contenido ideológico argentino al país entero". Es este General nacionalista quien estableció la veda radiofónica del lunfardo por considerarlo de origen criminal y moralmente repugnante. Debido a ello las letras de algunos tangos debieron modificarse para su transmisión pública.



Pero el radioteatro no está definitivamente perdido en el tiempo; el programa más antiguo de la radiofonía mundial es de radioteatro y es argentino: “Las dos carátulas” que se mantiene en el aire desde el 9 de julio de 1950. Fue su creador José Ramón Mayo, doctor en filosofía y letras y profesor del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica, que presentó la idea a las autoridades de la entonces Radio del Estado. El programa fue aceptado, se lo bautizó como Las dos carátulas en homenaje al tradicional logotipo que entrecruza las máscaras de la risa y el llanto, signos distintivos del teatro universal.

En todos esos años los nombres de actores y actrices que prestaron su arte son incontables, muchos grandes como Alfredo Alcón, Onofre Lovero, Cipe Lincovsky, Ernesto Bianco, en fin, grandes artistas bajo la dirección de directores de la talla de Armando Discépolo, Cunil  Cabanellas, Alberto de Zavalía y otros. Hoy la dirección está a cargo de Nora Massi


Desde 1998 el programa recibe el apoyo de la Asociación de Amigos de las Dos Carátulas, constituida ese año para "difundir, apoyar y colaborar en todo lo necesario para el desarrollo del teatro nacional y universal, y apoyar en general toda manifestación artística que contribuya a la elevación de la cultura". Realizan talleres para jóvenes actores y adaptadores de teatro, diseñadores musicales, de efectos especiales y de efectos de sala, y la creación de un elenco de jóvenes que desean ser actores, a los que se formará para luego incorporarlos a Las dos carátulas.


En la página web de Radio nacional pueden hallarse diversas grabaciones más o menos recientes del ciclo. Aquí una de ellas:






¿TEATRO NATIONAL O NACIONAL?

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Aclaremos la diferencia de nombres




En la imagen Florencio Parravicini presenta: "Cristobal Colón en la facultad de medicina" junto a Mecha Ortiz (¿Año 1935?) en el teatro El Nacional o el National de Corrientes 960


El teatro fue inaugurado el 5 de abril de 1906 pertenecía a Jerónimo Podestá y entre sus plateas, palcos, tertulia y paraíso, contaba con 940 localidades. La diferencia de nombres que a veces figura como Teatro El Nacional y otras veces como Teatro El National es porque al presidente (desde 1932 hasta 1938) Agustín P. Justo le molestaba el nombre Nacional y presionó a Pascual Carcavallo, que había comprado el teatro en 1910, para cambiárselo. Por entonces se lo rebautizó “National”, aunque tiempo después volvió a tener su denominación original, cuando el teatro pasó a manos del empresario Enrique Muscio y Carcavallo construyó el hoy Presidente Alvear.

A 28 años de aquel 28 de Diciembre en que los artistas pagaron la deuda externa

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EL DÍA EN QUE LLOVIERON
 DOLARES SOBRE LA CITY PORTEÑA







La idea original fue de los artistas plásticos Alfredo Benavidez Bedoya y Daniel Santoro desde el “Frente de Cultura Arturo Jauretche” del “Movimiento de Renovación Peronista” pero quien dirigió y organizó todo fue el “gran libertario de la escena teatral argentina”  Alberto Ure, con el auspicio de las revistas UNIDOS y CRISIS.



Fue el lunes 28 de diciembre de 1987. Se trató de una gran “performance financiera” en medio de la city bancaria porteña con la participación de actores, actrices, escultores, grabadores y artistas en general, que provocaron una masiva convocatoria de público en la esquina de Bartolomé Mitre y San Martín, con una lluvia de dólares truchos para pagar una deuda externa también trucha, que aún hoy ahoga a la economía argentina, en el día de los “Santos Inocentes”


“ No nos hagamos los inocentes; convocamos a la población a pagar de una vez por todas la deuda externa” 


Anunciaba desde un micrófono un locutor mientras una decena de artistas grabadores, buril en mano, imprimían más y más billetes de verdes dólares artesanales.


“Dólares argentinos para el mundo hechos por nuestros mejores grabadores”


El redoble de un tamboril no dejaba de acompañar el paso de un enorme dragón de papel y madera “Made In San telmo” que escupía dólares con la cara de Gardel en el óvalo del prócer.


“vamos, vamos, que bien disfrutamos de la deuda cuando los nobles acreedores nos prestaron sus ahorros”


También se colocó "una mesa de dinero" y una ruleta para que el público apostara en la "Gran Timba Financiera" El reparto de dólares se extendió a las calles vecinas en la medida que el público desbordaba las expectativas de los organizadores.

De la mano de Albeto Ure los actores y actrices participantes habían recibido con antelación un par de hojas mecanografiadas por el mismo Ure donde con el título “Texto Básico Para Componer el Discurso Según las Facilidades de Cada Actor” se daba a modo de guía, muchas frases de alto contenido irónico, como por ejemplo:




“hay argentinos que no se animan a salir a la calle por miedo de encontrarse con un norteamericano en la vereda y que le reclame lo que debemos”


La convocatoria al público en general fue hecha desde días anteriores desde las revistas UNIDOS y CRISIS y con reparto de volantes en la vía pública




Y la convocatoria funcionó muy bien, desde antes de las 14 hs, que era la hora convocada,  la gente comenzó a retirar sus dólares y opinaban entre ellos; un joven del público dijo a viva voz:


“Si fuimos tan inocentes de contraer esa deuda, ahora tenemos que ser muy inocentes para pagarla”



Y fue aplaudido por todos. La idea que la deuda externa era trucha y sólo merecía pagarse con dólares truchos había prendido en la gente, se agolpaban para recibir los suyos y se los daban al relator para pagar su parte de la deuda y cuando los actores hacían lo mismo con puñados de dólares falsos, eran aplaudidos por el público:


“A la hora de cumplir con la patria primero los prósperos industriales con 3 millones de dólares”


“Somos los jubilados de La Matanza; aquí tiene 150.000 dólares”


“Somos maestros de Monte Chingolo; donamos 200.000 dólares”


“Somos los cuentapropistas de Once…”


“Somos los niños del jardín de infantes…”


Pasada la hora 17 de aquel 28 de diciembre de 1987 una importante columna de artistas y público llevaron varias bolsas negras cargadas con dólares truchos hasta las puertas del Banco Central y allí las dejaron esperando que José Luis Machinea que estaba al frente de la entidad, pagase con esos dólares truchos la trucha deuda externa.



Graciela Rodríguez se encargó de la prensa y mediante esta gacetilla convocó a los medios, ante todo gráficos, que cubrieron al día siguiente lo sucedido: 







El Teatro Buenos Aires - Muiño y Alippi

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El desaparecido Teatro Buenos Aires



En el año 1936 Buenos Aires tuvo muchos cambios;  la construcción de la Av 9 de Julio, el ensanche de la Av Corrientes y la construcción del obelisco.  Y con esos cambios se fueron algunas salas teatrales de las que cuesta encontrar al menos una fotografía o referencia cierta.  Uno de los escenarios definitivamente perdidos fue el del Teatro Buenos Aires que estaba ubicado en la calle Cangallo 1043/1057.


Rosario Pino
Había sido inaugurado el  1 de junio de 1909 por una muy popular actriz malagueña de la época; Rosario Pino, que prefería la comicidad al drama, que se había iniciado en la zarzuela donde aprendió lo más pintoresco de su arte, dicen que pasaba de la música al texto con total facilidad, que se destacó en  “La Praviana”,(Comedia en un acto y prosa)  de Vital Aza; en “Las Flores”, de los hermanos Quintero;  y dicen también que transitó todas las heroínas del teatro de Benavente, y que incursionó luego en el cine sonoro europeo.



Por el escenario del Teatro Buenos Aires pasaron luego entre muchos otros grandes artistas, Angelina Pagano con “El Rosal de las Ruinas” de Belisario Roldan en 1916.


El empresario del Teatro Buenos Aires era Francisco "Paco" Delgado, un hombre de baja estatura, regordete y gruesos anteojos que al mismo tiempo producía espectáculos en España y en Montevideo.  En ese mismo año de 1916 se estrena "la Provincianita" interpretada también por Angelina Pagano y Antonio Ducasse, que tuvo una gran particularidad; entre bastidores, sin que se lo viera nunca en escena, canta una serenata el joven Carlos Gardel que ni siquiera figuraba en el programa, pero lo recordaba siempre Carlos Schaefer Gallo autor de la obra. Pocos años después, en 1923, es Francisco "Paco" Delgado quien lleva por vez primera al dúo Gardel Razzano a España.

Pero sin dudas que los mayores éxitos del teatro Buenos Aires fueron los de la compañía de Muiño y Alippi que ocuparon el escenario durante 9 años consecutivos.


Manolita Poli
El más resonante fue cuando estrenaron el 20 de abril de 1918 el sainete “Los Dientes del Perro” escrito por Alberto T. Weisbach y José González Castillo que marcó un hito fundamental en nuestro teatro, porque si bien en 1897 ya se había ejecutado y bailado un tango en la obra “Justicia criolla” y en otras obras más cada tanto se cantaba algún tango,  fue en el sainete “Los Dientes del Perro” con el tema “Mi noche triste” de Pascual Contursi, interpretado por la actriz y cantante Manolita Poli, que la música porteña se instaló fuertemente en la escena teatral porteña.  Elías Alippi, que tenía a su cargo la puesta, tuvo la idea de presentar en escena un cabaret con la actuación en vivo de la orquesta de Roberto Firpo, de enorme popularidad en esos tiempos, ejecutando tangos. Se representó durante todo ese año y fue repuesta al siguiente con el tango de González Castillo ¿Qué has hecho de mi cariño? reemplazando a Mi noche triste.¿Qué has hecho de mi cariño? es el primer tango que escribió José González Castillo y fue con música de Juan Maglio (Pacho) y fue para la obra “Su Excelencia Don Agenor Saladillo” de Carlos A. Silva y Carlos Osorio que también estrenara la compañía Muiño-Alippi en el escenario del Teatro Buenos Aires en1918, luego de que fuera rechazada por varias salas por tratarse de una sátira sobre el Dr. José S. Salinas, Ministro de Justicia e Instrucción Pública del Presidente Hipólito Yrigoyen. Recordemos que el Ministro Salinas había impuesto la obligatoriedad del guardapolvo blanco, fundó más de 100 escuelas, con 1.000 nuevos docentes  pero estaba en la picota en los agitados meses de la reforma universitaria con revueltas estudiantiles que pusieron en jaque su autoridad.


Muiño Alippi, como muchas otras compañías de su tiempo, presentaban hasta 4 funciones diarias y estrenaban entonces distintas obras por año, en 1919, por ejemplo, ofrecieron en el teatro Buenos Aires con mayor o menor suerte: “El cuento de Don Hilario” “La barra provinciana” de Collazo y Torcuato Insausti “Las pequeñas causas” de Pedro Pico, “Las niñas del 33” de Miguel Roquendo, “El Loco Ruiz” “Villa Delicias” de Federico Mertens, “En la quietud del Pueblo” de Samuel Eichelbaum y otras, alternando siempre más de una obra en un mismo día.

Luego en la temporada de 1920 Muiño-Alippi deben tratar de superar su propio éxito y presentan también en el Teatro Buenos Aires una nueva obra: “A la gran Muñeca” una revista musical en la cual el título era el nombre de una gran tienda de juguetes y, claro está, repiten la apuesta con la actriz y cantante Manolita Poli que tenía menos de 20 años y vuelve a destacarse al estrenar el tango “A la gran Muñeca”  escrito para ser cantado por ella que interpretaba el personaje “Collar de perlas” La obra y la letra del tango pertenecen de M. F. Oses, periodista y dramaturgo y la música es del maestro Jesús Ventura Lalaguna.  

En momentos previos a la interpretación del tango están en escena los personajes “Experiencia” y “Optimismo” entra “Collar de perlas” y demostrando su triste amor, canta el tango que ganó los aplausos del público aunque la letra era bastante simplona y el tango no tuvo trascendencia hasta que años después lo grabara entre otras, la orquesta de Carlos Di Sarli. Tanto es así, que de las más de cincuenta grabaciones discográficas que se hicieron del tango en sólo tres se interpretan sus versos:




Volvé, jamás otras manos

cual las de tu mujercita

harán por la tardecita

los mates que cebo yo.

Que en su espuma te contaba

que además de su dulzura

allí estaba la ternura

de aquella que lo cebó.


Desde el foso del teatro dirigía la orquesta estable el compositor del tema, el maestro Jesús Ventura Lalaguna, uno más de aquella camada de grandes músicos españoles, que dieron su aporte a lo que se llamaba en ese entonces “zarzuela criolla” que de alguna manera fue el puente entre el “género chico español” y nuestro sainete. Y fue José González Castillo, quien afirmaría en una conferencia de 1937 que:


"el género chico español, ofrecía un modelo magnífico de copiar. El chulo era el original graciosísimo de nuestro compadrito porteño. La chulapa, nuestra taquera de barrio, el pelma sablista de los Madriles nuestro vulgar pechador callejero, las verbenas nuestras milongas, las broncas nuestros bochinches."




En 1922  Muiño-Alippi estrenan en el escenario del teatro Buenos Aires "La Borrachera del Tango" un sainete considerado el antecedente legítimo de la "comedia musical porteña" Esta obra de Alippi y Carlos Schaefer Gallo fue un éxito tal, que el empresario del teatro Buenos Aires lo llevó a España a fines del año 22 y principios del año 23 y en total superó las mil funciones. Luego fue llevada al cine con adaptación de Alippi y Carlos Schaefer Gallo



Justamente Carlos Schaefer Gallo data en 1921 en su libro  “El revés de la máscara ("añoranzas y recuerdos teatrales rioplatenses") una picante anécdota de Muiño: Nos dice que de muy joven don Enrique Muiño sirvió en la Armada y surcó (según él contaba) los siete mares. Anécdotas que su socio Alippi, adjudicaba más a la imaginación que a la realidad. Y nos dice Shaefer Gallo en su libro que fue en una fría noche de 1921cuando coincidieron en el camarín de Muiño del Teatro Buenos Aires varias personalidades de la farándula porteña de entonces: Schaefer Gallo, el dramaturgo Alberto Novion, el periodista Agustín Remón, el crítico Pablo Suero, Alippi y un actor de apellido Faggioli.  Y era este último quien tomaba en solfa todas las historias que relataba Muiño, quien perdió la paciencia y lo retó a un duelo criollo, esto es, a cuchillo. Porque cuenta que Muiño alardeaba también de "vistear" como nadie. "Concertado el lance y conseguida un arma para Faggioli, pues Muiño tenía su cuchillo, salieron del teatro acompañados por los intérpretes uruguayos Antonio Daglio y Pedro Gialdroni. Antes, Alippi, que ya vestido se disponía a retirarse, trató de apaciguarlos diciendo: "Es una bravuconada que los pondrá en ridículo".  Y Muiño contestó: - "Ha terminado la función y ya no sos mi director. ¡En este drama me dirijo yo mismo!""¿Drama? -acotó Alippi-. Más bien sainete, y malo."
"Y mientras Alippi quedaba junto a la puerta del túnel del teatro, veía cómo los contendientes y sus padrinos se alejaban hacia Callao por Sarmiento. Éstos siguieron andando. Pasaron Pueyrredón. No hallaban sitio a propósito. El frío cortaba las carnes. Y como no había miras de dar con un "terreno de honor", ya cansado, Daglio los llamó a la reflexión. Después de discutir el caso, Gialdroni les hizo estrecharse las manos, yéndose a celebrar el feliz desenlace a un cafetín del barrio. Ya sentados en torno de una mesa, Muiño, sacando de la cintura su cuchillo, y desenvainándolo, lo blandió ante Faggioli, diciéndole: "¡Miralo! ¡De la que escapaste! ¡Está envenenado!".


Muiño en "Gaetano" Teatro Buenos Aires Año 1930
Muiño y Alippi eran claramente dos personalidades muy distintas y ha contado Iris Marga que fue ensayando en el teatro Buenos Aires, que Muiño, bohemio irremediable, llegaba siempre tarde a los ensayos. Alippi, que en cambio era la puntualidad y la exactitud en persona, minucioso hasta la exasperación, ese día el retraso de Muiño sobrepasó todos los límites: media hora, una hora, una hora y media... y cuando por fin llegó, a las cansadas, Alippi lo increpó duramente. Muiño, fingiendo, mostró su reloj de bolsillo, convenientemente atrasado. Alippi, enfurecido se arrancó de la muñeca el magnífico reloj suizo de oro que era su orgullo, lo arrojó al suelo y exclamando "¡Entonces esta porquería no sirve para nada!", lo aplastó bajo el taco de su zapato. Muiño, avergonzado, no pudo contener las lágrimas y pidió perdón a toda la compañía.


Quizás por estas desavenencias la compañía tuvo un momento en 1926 en que se disolvió pero años después en 1932 volvió a unificarse  y pasaron luego al teatro El Nacional aunque en algunas ocasiones volvieron al teatro Buenos Aires que los había visto nacer y crecer como compañía.

Otro gran tango que se estrenó en el escenario del teatro Buenos Aires fue “La casita de mis viejos” en 1929. Según los recuerdos de Cadícamo, (su autor) fue durante un ciclo de funciones que cumplió la compañía brasileña de revistas Tro-lo-lo  cantado por la cantante brasileña Italo Ferreyra dirigida por Jardel Jércolis. Cuando promediaba la temporada se sumó Cobian (el compositor del tema) al elenco para tocar el piano y allí se estrenó “La casita de mis viejos”   aunque el estreno oficial dice que estuvo a cargo de la cancionista Tania, en el teatro Maipo el sábado 19 de septiembre de 1931 con la revista “Lo mejor es reír” con dirección de Ivo Pelay.



Luego se presentaron sobre el escenario del Buenos Aires diferentes sainetes y revistas hasta que en 1936, el Teatro Buenos Aires fue demolido y bajo sus escombros quedaron sepultados aquellos éxitos que hoy ya nadie recuerda y que trato de mencionar aquí, aunque sabiendo que muchos más son los que quedan por rescatarse del olvido.



Orfilia Rico Señora de la escena rioplatense desde 1901 hasta 1922

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Orfilia Rico

La "madre" del teatro costumbrista



Orfilia Rico, montevideana, nació casi sobre un escenario el 5 de abril de 1871. Aseguran que su madre Lorenza debió interrumpir una función de“Los hijos del Capitán Grant”(*) para parirla.  Su padre, Carlos Rico, era tenor y primer actor. Lorenza primera tiplé. Ambos, intérpretes de zarzuelas y repertorio clásico español, le dieron a su hija Orfilia una infancia entre telones y bastidores. Con apenas 5 años tuvo su primera interpretación con texto, actuando junto a su madre y su hermana Concepción, en la obra “El pañuelo blanco” del dramaturgo Eusebio Blasco en el Teatro Cibilis de Montevideo. Luego vendrían incontables teatros, salones y años después, ya adolescente, en un carromato de actores trashumantes llegó a presentarse en algunas provincias argentinas, interpretando papeles de “Damita joven” dentro del  repertorio clásico español, con larguísimos textos que Orfilia memorizaba con exactitud.


(*)  “Los hijos del Capitán Grant” es una novela de Julio Verne, que se editaba por fascículos y era muy popular en esos años. Es probable que los padres de Orfilia Rico hayan utilizado esa popularidad para aprovecharla en alguna adaptación propia y por ende desconocida.

Cuando llega a Buenos Aires decide instalarse y abandonar el carromato. Se suma a diferentes compañías locales, así pisa los escenarios del Teatro Argentino, el Teatro Mayo, el Teatro Onrubia con comedias y sainetes con variada suerte. Cuando regresa a Montevideo, es para intentar armar compañía propia junto al actor Salvador Rosich y volver al repertorio clásico español que tanto Orfilia como el actor catalán conocían muy bien. Ya no cubría el rol de “Damita Joven”, gracias a su firme presencia escénica, su fuerte contextura física y su potente voz, se instala siendo aún muy joven como “actriz de carácter”, rol que ya no abandonaría nunca más.


Recordemos que en esos tiempos los roles en escena estaban muy tipificados; una actriz o actor “de carácter” era quien, por su talento y aptitud física, podía interpretar personajes de diferentes edades, distintos estereotipos, de nacionalidades diversas, ciegos, madres abnegadas, etc. Es decir artistas que pueden “caracterizarse” y aportar a la compañía todo tipo de personajes reconocibles por el público.


Dicen que en 1901, interpretando en Montevideo a una mujer mulata, por su discurso físico y su dicción exacta, impresionó al dramaturgo uruguayo Enrique De María que, de inmediato, la recomendó a Jerónimo Podestá que acababa de separarse de su hermano “Pepe” y junto a Marita, Anita y Blanca Podestá estaba formando su propia compañía. Orfilia debía pasar del “Teatro Clásico Español” al “Teatro Criollo” y aceptó el desafío. Traía una formación muy diferente a la de todos sus compañeros y compañeras de elenco que venían del arte circense y algunos de ellos eran analfabetos, Orfila, que desde niña acostumbrada a memorizar largos textos clásicos, no necesitaba del apuntador y esta característica le permitió que, apenas incorporada a la compañía, pudiera reemplazar sin ensayos y con apenas un breve tiempo para leer el texto a Anita Podestá que había sufrido una indisposición repentina.


Orfilia Rico en 1911
Jerónimo Podestá entendió de inmediato que tenía a su lado a una gran actriz, viajaron a Buenos Aires y juntos ganaron los aplausos en el Teatro Rivadavia con el sainete “Bohemia Criolla” de Enrique de María y desde el debut conquistó los halagos de la crítica. La lista de estrenos encabezados por Jerónimo Podestá y Orfilia Rico es inabarcable, todos bien recibidos tanto por el público como por la crítica. Pero un estreno marcaría la historia del teatro rioplatense; fue cuando interpretando el rol de “Doña Mariquita” estrena “Mi hijo el Dotor” y emociona hasta las lágrimas a Florencio Sánchez que le dice: “Usted no es Doña Orfila, usted es esa vieja que yo inventé para mi obra”


Es que en el paso del “Teatro Clásico Español” al “Teatro Criollo” Orfilia había ganado en naturalidad en sus interpretaciones; la “actriz característica” no repetía gastados arquetipos, ella los buscaba en la realidad para llevarlos a escena: al respecto Carlos Schaffer Gallo recuerda que cuando Orfilia estrenó (junto a Pablo Podestá) su primera obra “La novia de Zupay” le pidió al autor que le refiriera todo lo que había imaginado del personaje de Gualberta que ella debía interpretar, que cómo era físicamente, cómo se movía y principalmente cuál era la fonética de su modo de hablar y lo persiguió con preguntas hasta que el autor le trajo a una criada santiagueña de la cual Orfilia Rico no habría de separarse hasta el día del estreno.


En Orfilia Rico se sucinta más de una página de la historia de nuestra escena; luego de “Mi hijo el dotor” es ella junto a Jerónimo Podestá quién estrena en noviembre de 1903 “La Gaviota” de Nicolás Granada y en mayo de 1904 vuelve a firmarle la partida de nacimiento a otro clásico; estrena “¡Jettatore!” de Gregorio de Laferrere. Orfilia en muy poquitos años había conquistado a todo el público porteño; no se llevaba sólo el aplauso del sector popular, a Orfilia Rico iban a verla también las clases más acomodadas, que adherían mayoritariamente al llamado “teatro culto” pero con Orfilia no faltaban a la cita y este era un fenómeno  muy particular que llamaba la atención de empresarios, dramaturgos y críticos.


Angelina Pagano
Es quizás por esto que, Angelina Pagano, que era un poco la actriz predilecta del “teatro culto” de ese tiempo, la convoca en setiembre de 1904 a integrarse a su compañía que acababa de formar junto al actor Alejandro Almada y deciden repetir el éxito del año anterior de “La Gaviota” de Nicolás Granada. Orfilia acepta, pero aquí pasa, de una serie de grandes éxitos, a un fracaso estrepitoso y la puesta apenas si soporta 4 funciones y debe ser levantada y la compañía debió disolverse. Pero Orfilia quería seguir insistiendo y ya sin Pagano, Orfilia y Alejandro Almada vuelven a intentarlo y presentan “La Gaviota” en el Teatro Rivadavia el 7 de diciembre de 1904. Pero aquel éxito enrome junto a Jerónimo Podestá del año anterior, volvió a fracasar y el 26 de diciembre debieron bajar del cartel del Teatro Rivadavia.


Orfilia integra luego diferentes compañías y estos intentos, sin éxitos destacables, se prolongan durante todo el año 1905 hasta abril de 1906 en que vuelve a trabajar junto a Jerónimo Podestá presentando “Locos de verano” de Gregorio Laferrere en el Teatro Nacional. Ese año estrena también tres obras de Alberto Novión en las que representa a una vieja criolla y las tres impactan fuertemente en el público y luego cambia rotundamente al interpretar en ese mismo año a una señora de la aristocracia en “Bajo la Garra” de Laferrere y es el diario La Prensa del 30 de mayo de 1906 que destaca ampliamente su trabajo diciendo que fue la única del elenco que supo “vestirse, hablar y representar a una dama de sociedad”


Orfilia Rico en el estreno de "Las de Barranco"
Aquí, los autores entienden que deben escribir inspirados en ella, es Orfilia Rico quien les marca el rumbo, sus personajes de “actriz característica” son los que llevan la escena, la acción de la obra la bastonea ella interpretando generalmente a madres comprensivas y cariñosas o despóticas, pero siempre siendo el eje de la acción dramática, de allí que muchos se refieren a Orfilia Rico como la “madre del costumbrismo” en la escena nacional. El punto culminante de esta relación con el autor es “Las de Barranco” que Gregorio Laferrere en un principio la escribe pensando en un monólogo para que interprete Orfilia Rico, luego va integrando los otros personajes y la acción dramática pasa indefectiblemente por “Doña María, viuda de Barranco” y esta fórmula asociativa de autor e intérprete se repite en obras como “Las d`enfrente” “Delirio de grandeza” y muchas más con distintos autores.


Y como en 1904 el público la acompaña congregando nuevamente tanto a las clases populares, más habitué de los fines de semana y al público “culto” que concurría a verla generalmente en días de semana y olvidando aquel fracaso de diez años atrás, en 1914 vuelven a insistir en formar compañía con Angelina Pagano denominada “Compañía Pagano-Rico” pero nuevamente el fracaso no se hace esperar; el público ponía en cada una de ellas expectativas diferentes y el lucimiento de una no se compadecía con el de la otra. Pagano se destacaba en roles melodramáticos y de Orfilia Rico el público esperaba el humor con cierta picardía, más propio del sainete, como el “aparte”, el remate gracioso al cerrar cada acto, el equívoco idiomático con el “cocoliche” etc. de modo que no había modo que pudieran funcionar juntas  y pronto se disuelve la compañía.


Separada entonces de Pagano forma nuevamente compañía propia junto al actor argentino Juan Mangiante, que manejaba también excelentemente los recursos del humor,  esposo de la actriz María Esther Buschiazo que también abandona el elenco de Pagano y se queda a formar parte de la nueva compañía, denominada “Rico-Mangiante”. Se presentan desde junio de 1914 en el Teatro Nuevo con un repertorio seleccionado para el mayor lucimiento de la comicidad de Orfilia Rico, con autores enormes como Alberto Vacarezza, Alberto Novión o Discépolo entre otros y en estas presentaciones se extreman los recursos “efectistas” a favor del humor.


En 1915 se presenta junto a “Pepe” y Blanca Podestá, también en el Teatro Nuevo con “Los espantapájaros” de Roberto Cayol y luego presentan “La viuda influyente” de Belisario Roldán, donde logran que del personaje de Orfilia Rico, que parodia a una señora de la aristocracia porteña llamada  “Susana Torres de Castex” hablase todo Buenos Aires.


Programa de Mano Cine Callao "Hasta después de muerta"
Entre 1915 y 1916 Orfilia Rico participa de dos películas de notable éxito en el incipiente cine mudo nacional; “Nobleza Gaucha” y “Hasta después de muerta” 

Esta última con actuación protagónica del “capo cómico” Florencio Parravicini y entonces, la idea de juntarlos sobre un escenario no se hace esperar; se suma Pablo Podestá y forman la “Compañía Rico-Parravicini-Podestá”  Nótese que el primer apellido es el de Rico, precediendo a dos enormes como Parra y Pablo, pero el verdadero duelo por las preferencias del público estaría sobre el escenario y si escribir para un capo cómico no era tarea fácil, equilibrar el lucimiento de tres parecía imposible. Estrenan primero en mayo de 1916 “Mamá Culepina” una obra de García Velloso y 45 días después estrenan “La llegada del batallón” de Sánchez Gardel que además dirigía la obra, tratando de equilibrar no sólo desde el texto sino también desde la puesta el lucimiento de los tres, pero sin lograr el verdadero trabajo en conjunto y la crítica no lo dejó pasar por alto. Hacia fin de año Pablo Podestá se retira y si bien Orfilia y Parra siguen juntos un año más en el Teatro Argentino, no obtuvieron durante 1917 ningún éxito destacable.



En 1918 Orfilia Rico vuelve a formar compañía propia, esta vez junto al actor Enrique Arellano y ocupa nuevamente el escenario del Teatro Nuevo. Allí representa “La loca de azul”  una obra de García Velloso, que pasó sin mayor pena ni gloria, pero promediando el año suben a escena “Delirios de grandezas” y aquí sí el éxito acompañó estando algo más de un año en cartel.


Durante 1920 vuelve a incorporarse a la Compañía de Pablo Podestá junto también  a María Esther Buschiazo y Enrique Arellano y no les va nada mal con “La fiera dormida” una pieza de Ricardo Hicken. Pero Ofilia Rico se siente afectada por algunas críticas, más bien del ambiente, que rumorean que Orfilia Rico no puede dejar de repetirse y ella confiesa sentirse un poco atrapada por su propia creación de personajes criollos y cómicos y Federico Martens le presenta una obra con otras exigencias y pese a que la aconsejaban sus allegados que no corriera riesgos, ella acepta ser la protagonista catalana de “Mamá Clara” y logra de inmediato el aplauso del público y el reconocimiento de la crítica.


El año 1922 marca lamentablemente la despedida para Orfilia de los escenarios; en marzo presenta “¡Criolla Vieja!” de Pedro y Benjamín Aquino, en el Teatro Liceo, luego  presenta luego  “Las señoritas Menchaca” de Martens y logra un último y contundente éxito con la obra de Goicochea y Cardone “Aquí mando yo”  El 30 de octubre de 1922 cuando había salido ya de su casa rumbo al teatro un ACV la deja hemipléjica, limitada a una silla de ruedas que no abandonaría nunca más. Desde su casa del barrio de Flores intervino en algunas emisiones radiales pero, claro, ya no era lo mismo.

El sábado 5 de Junio de 1926 desde las dos de la tarde se presentó en el Teatro Nacional un festival a beneficio y en honor de Orfilia Rico. Dentro del extenso programa, con primeras figuras del teatro rioplatense, se presentó “Mi hijo el Dotor” interpretando Blanca Podestá el personaje que Orfilia inmortalizara en su estreno. Orfilia Rico tuvo 4 hijos; Sarah, Carlos, Felix y Rodolfo, ellos aseguraron que su madre nunca perdió las esperanzas de recuperarse y volver a actuar, pero su vida se apagó sin lograrlo el 10 de octubre de 1936.





AQUEL TEATRO FILODRAMÁTICO, SOLIDARIO Y LIBERTARIO QUE PARIÓ AL TEATRO DE HOY

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Por Roberto Famá Hernández 


Desde el último tercio del Siglo XIX las diversas olas de inmigrantes, preservando su identidad cultural y social en la nueva tierra, dieron lugar a infinidad de asociaciones civiles de colectividades por lugar de origen o por filiación política, tanto de anarquistas como socialistas y en años posteriores a exiliados republicanos durante la Guerra Civil Española.


Aquellas manos obreras trajeron un equipaje solidario, cultural y libertario que rápidamente se expandió por todo el país y en las sedes de sus agrupaciones sociales nunca faltó ni la biblioteca ni el “salón de fiestas” con su correspondiente escenario para que los músicos y elencos filodramáticos pudieran brindar su arte, porque con el arte se podía superar y aprovechar de una manera enriquecedora la problemática del desarraigo y la dificultades que implican el echar nuevas raíces en tierras extrañas.

Hacia 1924 se registraban, en la Capital Federal cerca de 150 espacios de diferentes agrupaciones y en 400 pueblos y ciudades de todo el país, más de 500 escenarios, entre medianos y grandes, donde se desarrollaban actividades musicales y teatrales. Un ejemplo a imitar resultaba el Vorwarts, de Rincón 1141 con capacidad para 600 personas, perteneciente a la colectividad alemana, una de las colectividades con mayor nivel organizativo o bien, el escenario de La Casa Suiza sobre la calle Rodríguez Peña que sobrevivió hasta hace muy poco y fue el reducto predilecto de la cultura afro desde los tiempos de Sarmiento hasta nuestros días. El que sí ha sobrevivido casi intacto es el Teatro Verdi, construido para lucimiento del arte lírico en pleno corazón del barrio de La Boca.


Teatro Verdi hoy
Un tercio de estos espacios pertenecía a agrupaciones de origen italiano, algo similar sumaban las españolas y luego de otras nacionalidades junto a agrupaciones anarquistas o socialistas conformaban el tercer tercio. Muchos de esos escenarios hicieron luego posible que el teatro comercial de aquellos años, pudiera salir de gira por el país. Fueron las agrupaciones sociales las que tejieron esa red de espacios escénicos y no los Estados provinciales o el nacional que no se ocuparon de construirlos.

La ruta escénica más transitada hacia inicios del Siglo XX era desde Buenos Aires, camino a Rosario y luego a Uruguay cerrando el triángulo en Montevideo; circuito creado por “obra y gracia” de las agrupaciones artísticas anarquistas y socialistas que necesitaban evadirse de la persecución policial, no quedándose fijos demasiado tiempo en un lugar y refugiándose en las distintas “sociedades de resistencia” denominación que se les daba a las asociaciones gremiales por oficios, que mayormente existían en pueblos y ciudades de ese circuito. 

Un repaso por los diarios de la época, nos permite dar cuenta que en Buenos Aires existían no menos de 42 agrupaciones o elencos filodramáticas de origen socialista o anarquista, en Rosario no menos de 10 y en Santa Fe al menos 6.


El primer objetivo de estas agrupaciones filodramáticas era la difusión de sus ideas libertarias mediante el arte escénico; las funciones se iniciaban habitualmente con un himno obrero, como “Hijos del Pueblo”


Hijo del pueblo, te oprimen cadenas | y esa injusticia no puede seguir. | Si mi existencia es un mundo de penas | antes que esclavo prefiero morir. | Esos burgueses, asaz egoístas | Que así desprecian a la Humanidad, serán barridos por los anarquistas | al fuerte grito de libertad.
Luego se presentaba el drama social o “boceto” y al término una conferencia dogmática o bien un debate abierto. No olvidemos que para estas agrupaciones filodramáticas lo importante no era hacer una función artística frente al público, sino con el público, el éxito era lograr que el espectador se involucre, se conmocione con lo que estaba sucediendo sobre el escenario

Silverio Manco, peluquero, actor y dramaturgo anarquista junto a su esposa, interpretando su obra breve "Navidad" en un improvisado escenario en la agrupación "Los Leones" en Lanús en la navidad de 1910.


Tanto para las agrupaciones políticas como para las agrupaciones de colectividades de origen, otro objetivo importante de cada función era la recaudación de fondos por venta de entradas y de rifas que se vendían antes y luego de la función, muchas veces con premios importantes; o una máquina de coser que ayude a solventar la economía familiar o un revólver con su correspondiente caja de balas en algunas agrupaciones anarquistas.


Lo recaudado en las agrupaciones de colectividades de origen era mayormente dirigido al sostén económico de la agrupación y asistencias de salud de la comunidad a la que representaban, mientras que en las agrupaciones socialistas y también en las  anarquistas, buscaban solventar sus publicaciones periódicas o dar sostén económico a las familias de aquellos militantes presos, muertos o deportados, o bien, hacían contribuciones solidarias con los huelguistas de tal o cual conflicto.


Las funciones, pese a no ser profesionales eran muy convocantes, el promedio era de 250 asistentes por función, las que llegaban a 500 entradas eran consideradas un éxito pero no eran tampoco propio de raras excepciones, acontecían sobre todo en determinadas fechas de patronos de cada ciudad de origen o en fechas tales como el 1° de mayo entre las agrupaciones políticas o sindicales o bien, cuando de la conferencia dogmática o del debate participaban figuras destacadas, como Alfredo Palacios entre los socialistas u otros referentes sociales de la época.


Estos grupos filodramáticos no sólo dieron lugar a infinidad de escenarios en el país, sino que de ellos surgieron grandes nombres de la dramaturgia rioplatense como Florencio Sánchez, Roberto J. Payró, José de Maturana, José González Castillo, Armando Discépolo y muchos más. La mística libertaria de estos elencos ha parido luego a nuestro teatro independiente de ayer y de hoy, del que se alimenta el teatro comercial, el oficial y el cine y la Tv, ya que es la usina, la fragua donde se forjan los artistas de nuestra escena, valorados en el mundo por su creatividad y capacidad interpretativa.

Antiguo Teatro Argentino




CUANDO LA CENSURA ALCANZÓ AL LUNFARDO

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El lunfardo fue considerado un vocabulario espurio por la xenófoba y clasista alta sociedad porteña. 




En cuanto al mal que resulta de una censura, es imposible de medir, ya que es imposible decir dónde termina” 

Jeremy Bentham





Por Roberto Famá Hernández

El lunfardo, que para algunos entendidos no conforma un lenguaje, ni siquiera un dialecto, sino apenas un vocabulario pobre, surge en ambas orillas del Río de La Plata y en la zona portuaria de Santa Fe, durante los últimos años del Siglo XIX y principios del Siglo XX con el aporte de vocablos propios de las distintas olas migratorias, sobre todo la italiana, que se entremezclan con palabras de origen indígena, africano, y gauchesco, que ya había en estas tierras.


Por décadas toda una serie de prejuicios, de los que ni siquiera Borges estuvo ajeno, han calificado al lunfardo como un vocabulario espurrio, grosero, muy propio de las cárceles y de los delincuentes. En 1878 en el periódico La Prensa, bajo el título “El dialecto de los ladrones” se da cuenta de una serie de palabras en lunfardo y su significado en castellano. Ezequiel Martínez Estrada, que tanto ha reflexionado sobre la psicología y el carácter de nuestro país, en su libro “Radiografía de la Pampa” editado por vez primera en 1933 afirmó que:

“En la formación de las palabras espurias hay algo de ignorancia y de pereza, pero hay mucho más de intención rebelde, esas palabras victimarias de otras que automáticamente se sepultan debajo, se propagan con facilidad aún en los círculos superiores porque llegan como un hálito de la venganza anónima.”
Considerado durante décadas el lunfardo un vocabulario espurio por la xenófoba y clasista alta sociedad porteña de principios del Siglo XX, esa supuesta “intención rebelde” que describe Martínez Estrada, les resultaba una amenaza y en ese “halito de venganza” anidó el miedo a perder privilegios, en un tiempo de anarquistas, de lucha de clases y reclamos de derechos.


El lunfardo había llegado ya a ciertas revistas ilustradas de gran circulación como Caras y Caretas, PBT, Fray Mocho, que ubicaban ciertos vocablos como un recurso expresivo y caracterizador, especialmente en viñetas que reflejaban la realidad social. Más adelante, el lunfardo formó parte de las aguafuertes, también de las secciones de humor y luego aparecieron algunos términos en la sección policiales de los diarios. 

Pero donde más hondamente se radicalizó el lunfardo fue, sin dudas, en las letras de tango y en los sainetes del teatro criollo, esto era lo más irritante para cierta elite rioplatense.

Por decreto del 13 de agosto de 1931, del Presidente golpista, general José Félix Uriburu, crea la Academia Argentina de Letras, y en el articulado del decreto, donde especifica las funciones de la institución dice entre otras obligaciones que debe: “Velar por la corrección y pureza del idioma, interviniendo por sí o asesorando a todas las reparticiones nacionales, provinciales o particulares que lo soliciten”. De allí que una de las primeras resoluciones de la Academia pedía a diarios, radios, teatros y revistas, “desterrar de sus textos, repertorios y audiciones, voces y frases incorrectas”. Esta resolución fue el primer antecedente administrativo de intento de censura sobre el lunfardo.


Luego se sucedieron varias disposiciones administrativas regulatorias de la actividad radial, pero después del año 39 las autoridades estaban más celosas de las expresiones políticas, atentos a la manipulación de la opinión pública que había logrado Joseph Goebbels como Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, en un contexto donde nuestros militares estaban divididos entre aquellos que pugnaban por mantener la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial, que eran acusados de simpatizantes de Hitler y quienes querían brindar apoyo a las tropas aliadas contra el nazismo.


Con el golpe militar del 4 de junio de 1943 todo se aceleró, al punto que en menos de una semana, exactamente el 9 de junio, con una resolución de la Dirección de Radiocomunicaciones, se creó el llamado Manual de Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión, dando lugar al llamado “proceso de depuración del lenguaje radiofónico” una verdadera mordaza que, entre otros males, censuró el vocabulario lunfardo bajo la excusa de resguardar valores éticos, morales y de preservación del castellano, al punto que consagrados poetas, dramaturgos y libretistas se vieron obligados a “depurar” su lenguaje.


Un caso paradigmático es el de la consagrada humorista y libretista Nini Marshall, pese a que sus personajes contaban siempre con un locutor como partenaire, que corregía cada una de las “deformaciones” del lenguaje, fue censurada por expresa orden del entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Gustavo Martínez Zuviría, que como escritor firmaba bajo el seudónimo Hugo Wast, sus novelas costumbristas tendenciosas y superficiales, puestas al servicio de la moral católica, por las cuales alcanzó la medalla de oro de la Real Academia Española de la Lengua.

Los autores de libretos para radioteatros, que era la forma de entretenimiento más popular para la época, optaron por volcarse a temas de nacionalismo histórico, o exaltación de la “raza hispana” y obras costumbristas, pero que honraran valores morales y éticos, acorde al paladar nacionalista del poder de turno y de sus censores.


Los dos radioteatros más exitosos trataron los problemas propios de la clase media. El de mayor popularidad se inicia en 1942 titulado “Los Peréz García” del libretista Oscar Luis Massa, que se emitía de lunes a viernes en horas del mediodía por Radio El Mundo y trataba, con marcado corte moralista y cuidado del idioma, los problemas típicos por los que atravesaban “Los Pérez García” y cada semana transcurría sobre un mismo problema, al llegar el viernes, lograban el final feliz y a tal punto el objetivo era moralizante, que sobre cada final, el actor Martín Zabalúa daba una conclusión que debía extraerse de lo que había sucedido, a modo de moraleja. Otro radioteatro de rotundo éxito fue “Qué pareja!” de corte humorístico con textos de Jorge Paz sobre un matrimonio de la época, también de clase media, pero con muchos enredos dentro del clásico humor apto para toda la familia, que se transmitía del mismo modo por Radio El Mundo, de lunes a viernes, 19,45 con una duración de 15 minutos.

Los letristas e intérpretes de tangos y milongas fueron los más perjudicados con la persecución al lunfardo, en tanto que se vieron obligados a modificar sus títulos y versos para ser emitidos por las radioemisoras. Como la prohibición se limitaba a la difusión radial, los mismos tangos podían ser grabados en versiones libres y cantados en lugares públicos o privados sin restricción alguna. Algunos tangos que no utilizaban vocablos del lunfardo pero también fueron obligados a modificar sus poemas por ser considerados contrarios al discurso moralista que se quería imponer; tal el caso, entre muchos otros, del tango “Tal vez será mi alcohol” con música de Lucio Demare y versos de Homero Manzi, que debió cambiar su título a “Tal vez será su voz” y modificar  su letra de la siguiente forma:

“Tal vez será mi alcohol”

Tal vez será tu voz,


aquella que una vez


de pronto se apagó.


¡Tal vez será mi alcohol, tal vez!

Su voz no puede ser,

su voz ya se durmió.

¡Tendrán que ser nomás

fantasmas de mi alcohol!
“Tal vez será su voz”

Tal vez será el rumor

de aquella que una vez

de pronto se durmió.

¡Tal vez será su voz, tal vez!
Su voz no puede ser,
su voz ya se apagó,
¡tendrá que ser nomás
mi propio corazón! 


El Manual de Instrucciones para las Estaciones de Radiodifusión se mantuvo vigente hasta 1953 en que se sancionó la primera ley de radiodifusión, Nº 14.241. Con esta normativa, la radio pasó a ser considerada un “servicio de interés público” pero se la siguió regulando de una manera muy parecida.



REPORTAJE “INTERVENIDO” A ROBERTO ARLT

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Roberto Arlt nos describe con absoluta sinceridad y crudeza el tiempo literario que le ha tocado vivir


Por Roberto Famá Hernández


Fue Roberto Viaggiatore, un viejo librero del barrio de Flores, muy fanático de Arlt, quien me retó a entrevistarlo:


“Vos, yo, y todos sabemos bien– me dijo -  que Roberto Arlt no gozó del reconocimiento de sus pares, más bien, nuestro admirado tocayo sufrió el desprecio de la elite cultural de su época. Pero lo que no sabemos muy bien, es que pensaba Arlt de los referentes culturales de su tiempo. ¿Por qué no lo vas a ver en el pasado y le sacas un lindo reportaje donde él opine sobre eso? ¿Te animas?”

 Cuando Viaggiatore me tira un guante semejante a la cara no me queda otra opción que recogerlo, así que discutimos un poco en que momento de la vida de Arlt era mejor ir a entrevistarlo. Yo propuse julio de 1942, poco antes de su muerte, pero Viaggiatore opinó en que lo mejor era ir unos 90 años atrás, allá por agosto de 1929, luego de “Juguete Rabioso” y poco antes de “Los Siete Locos”. Como nunca pude ganarle una discusión a Viaggiatore, acepté sin más trámite.


Al día siguiente ya estaba yo viviendo el miércoles 28 de agosto de 1929, un poco antes de las diez de la mañana, preguntando por Arlt en la redacción de “El Mundo”. Me contestaron que no vendría, que se había tomado unos días de licencia porque quería corregir algunos escritos suyos muy importantes.


De inmediato di por hecho que, otra vez, Viaggiatore tenía razón, que seguramente Arlt estaba trabajando en los toques finales de “Los Siete Locos” que Latina editaría en noviembre. Además, viendo el clima que se vivía en la redacción del diario, me di cuenta que había llegado en un momento interesante; el dirigible Graf Zeppelin completaba su primer vuelo alrededor del mundo mientras en Londres aceleraban su propio dirigible, el R100 y la gente del diario, leyendo los telegramas parecía fascinada con la idea de estar viviendo un futuro revolucionario. Yo estaba también fascinado, pero por estar en un pasado revolucionario para nuestra historia literaria; un tiempo desbordado por polémicas virulentas entre los mayores referentes de nuestras letras y ansioso por saber por boca del propio Arlt que pensaba él de aquel presente literario.


En la redacción me facilitaron la dirección donde Arlt estaba alojado; era a muy pocas cuadras de allí; me comentaron que era el departamento de Conrado Nalé Roxlo, frente al Parque Lezica y que Nalé se lo había prestado a su amigo mientras Conrado estaba en Uruguay. En horas de la tarde logré que Arlt me reciba allí.


Un edificio de altos, una habitación que, a las claras, se evidenciaba como el refugio propio de un escritor. Estar frente a uno de los hombres más importantes de nuestra literatura para reportearlo no es fácil; el primer esfuerzo es no dejarse llevar por la admiración, el segundo es que no se note que uno ya conoce el futuro que le espera al entrevistado y a los escritores que serán nuestro tema de conversación.


Arlt me recibió con cierta curiosidad, le expliqué que era para una nueva revista aún por presentarse en sociedad y que no podía, por esa razón, dar mayores detalles del medio para el que escribiría. Sonrío intrigado y al momento apartó el sillón del escritorio hasta colocarlo junto a una pequeña mesa con base de mármol. Yo ocupé una silla a su derecha, del otro lado de la pequeña mesa, mientras él se desparramaba cómodamente en el sillón. 

Luego de algunos rodeos le expliqué que lo que buscaba en la nota, era que me hablase de los escritores de nuestro país, que me diera su opinión sobre ellos. Me miró fijo, se echó sobre el respaldo del sillón, abrió sus brazos y con cierta ironía me dijo:


¡Pero hombre, eso es hacerme hablar mal de todo el mundo!


Bueno, no me hable mal de todo el mundo, sólo hablemos de algunos referentes de nuestra cultura nacional.


Vea, si por cultura usted entiende una psicología nacional y uniforme, creada por la asimilación de conocimientos extranjeros y acompañada de alguna característica propia, esa cultura no existe en la Argentina. Aquí lo único que tenemos es un conocimiento superficial de libros extranjeros.


Pero… ¿Y nuestros autores?


Una fuerza vaga que no sabe en qué dirección expansionarse.

Saca de su cigarrera dos cigarrillos Abdulla, me invita uno, lo acepto. Me habla maravillas de las propiedades del tabaco turco y agrega que no son caros. Enciende un fósforo de cera, me da fuego y con el mismo fósforo, quemándose casi la yema de sus dedos enciende el suyo. Pita fuerte, vuelve a recostarse sobre el respaldo del sillón y volviendo sobre el hilo de la conversación literaria me dice:


Por consiguiente, mi amigo… no hay una cultura nacional. Y las obras que llamamos nacionales, como el “Martín Fierro” sólo le pueden interesar a un analfabeto. Ningún sujeto sensato puede deleitarse con esa versada; parodia de coplas de ciego que ha enternecido, según parece, a los corifeos de la nueva sensibilidad…

Detrás de sus palabras creo ver un fastidio ya viejo. Se levanta, camina con el cigarrillo entre sus labios y con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, queda de espaldas a mí varios segundos, fumando y mirando por la ventana hacia el Parque Lezica. De pronto gira y me dice:


Los países que más activamente influyen en nuestra formación intelectual son, sin disputa alguna, España, Francia y Rusia. Las literaturas inglesa y alemana no han encontrado traductores ni siquiera interés en nuestros editores. De allí que desconozcamos casi uno de los filones más importantes de la cultura, que ha elevado la civilización de los pueblos.

¿Cómo entiende usted, la dispar influencia que hay entre nuestros escritores?


Mire; usted puede dividir a los escritores argentinos en tres categorías; españolizantes, afrancesados y rusófilos

Mientras Arlt regresa al sillón. Le pido que, por favor, me cite algunos nombres

Entre los españolizantes ahí tiene usted a Banchs, Capdevila, Barnárdez, Borges… Entre los afrancesados mire usted a Lugones, Obligado, Güiraldes, Iturburu, Nalé Roxlo, Lascano Tegui, Mallea y le diría Mariani, entre sus actuales tendencias…

Apaga el cigarrillo sobre un cenicero de bronce con forma de hoja de parra y se sienta en silencio. Le reclamo que me faltarían los rusófilos.


Ahí ubíqueme a mí… También Castelnuovo, Eichelbaum, Barletta, Eandí, Enrique González Tuñón…

Rusófilos, serían, entonces, todos los del llamado Grupo Boedo.


Digamos que sí, casi todos.

¿Qué le gusta de nuestros escritores?


Me gustan ciertos poemas de Lugones, Obligado, Córdova, Rega Molina, Olivari… Aunque no me extrañaría, por ejemplo, que Lugones saliera un día escribiendo una novela sobre algún conventillo; está tan íntimamente desorientado este hombre, que dispone de un instrumento verbal muy bueno, pero de unos motivos tan ñoños que…

¿Y Ricardo Rojas?


Rojas creo que únicamente puede interesar a las ratas de bibliotecas y a los estudiantes de filosofía y letras. En cambio Lynch y Quiroga me gustan mucho. Quiroga tiene antecedentes de literatura inglesa y se le podría filiar entre Kipling y Jack London por sus motivos. Pero eso no impide que sea con su barba una figura respetable…(Ríe)

¿Gálvez?


¡Yo no sé hacia dónde camina Gálvez! Me da la sensación de ser un escritor que no tiene sobre qué escribir. Comenzó queriendo ser un Tolstoi y creo que terminará como un vulgar marqués de la Capránica, haciendo novelones históricos. Francamente creo que Gálvez no tiene nada que decir ya.

 ¿Enrique Larreta?


Un señor de buena sociedad, con mucha plata, que tarda en escribir una novela mediocre como “Zogoibi” lo que otro tardaría en escribir una novela buena. Su único libro, “La Gloria de Don Ramiro”, no creo que lo autorice a ese señor a hacerse festejar en todas partes como si fuera un genio. En realidad, Larreta es inferior a Manzoni; quizá, literariamente, uno de los escritores más hondos que tenemos.

Arlt deja nuevamente el sillón y camina hacia el lado opuesto de la habitación. Abre un aparador cristalero de roble y espejos biselados, del que toma dos copas y una botella de cognac Martell. Regresa al sillón y mientras sirve ambas copas, me dice:


Todos estos prosistas serían en España, Francia e Italia, escritores de quinto orden. Les falta “metier”, inquietudes, problemas, sensibilidad y todos los factores nerviosos necesarios para interesar a la gente. Salvo Quiroga y Lynch, estos caballeros de los que hemos hablado, lo que podrían hacer es dejar la pluma y lo que usted llama “la cultura nacional” no perdería nada.

Pero a su juicio; ¿cuál de todos ellos, tendría la personalidad, el espíritu literario maduro?


¡En nuestro país ese espíritu no existe!

¿Y candidatos a serlo?

Ah! Candidatos a serlo, seríamos varios! Pero hay que trabajar y aquel que se va a poner las botas de potro, aún no ha mostrado ni la uña. ¡Qué esperanza!

Bueno, digamos, los que se aproximan, al menos en este momento.


Vea; como cuentista, Quiroga. Poeta, Lugones. Ensayista, Rojas. Novelista, Larreta… ¡Pero entendamos, en la Argentina de este momento!

Entonces, de todo este momento literario, ¿no quedará nada en las bibliotecas dentro de cien años?


¡Sí, quedará! Quedará seguramente Güiraldes con su Segundo Sombra; Larreta con “La Gloria de Don Ramiro”; Cstelnuovo con “Tinieblas”, Mallea con “Cuentos para una inglesa desesperada” Quizás yo con “El Juguete Rabioso”… De todos estos libros algo va a  quedar. El resto se hunde; hay escritores con más fama de la que merecen.

Hablemos un poco de los escritores de las nuevas tendencias agrupadas bajo el nombre de Florida.


Me interesa Armando Villar, que creo encierra un poeta exquisito, Barnárdez, Mallea, Mastronardi, Olivari y Alberto Pinetta. Esta gente, con excepción de Mallea y Villar, por lo hecho hasta ahora, no se sabe a dónde van ni lo que quieren. Los libros más interesantes de este grupo Florida, son “Cuentos para una inglesa desesperada”, “Tierra Amanecida”, “La Musa de la Mala Pata” y “Miseria de Quinta Edición” De Bernárdez podría citar algunos poemas y de Borges algunos ensayos.

Hablemos ahora, entonces del Grupo Boedo.


Allí, anote en su libreta a Castelnuovo, Mariani, Eandi, Barletta y a mí. La característica de este grupo sería su interés por el sufrimiento humano, su desprecio por el arte de quincalla, la honradez con que ha realizado lo que estaba al alcance de su mano y la inquietud que en algunas páginas de estos autores se encuentra  y que los salvará del olvido.

¿Qué imagina que pensarán en el futuro de los escritores de Boedo?


Cuando las nuevas generaciones vengan y puedan leer algo de todo lo que se ha escrito en estos años, se preguntarán: ¿Cómo hicieron estos tipos para no dejarse contagiar por esa ola de modernismo que dominaba en todas partes?

Arlt mira mi libreta de apuntes, la toma y ve que escribí poco. No puedo decirle que tengo un grabador a pilas en el bolsillo pequeño de mi saco y que los periodistas de este siglo ya no usamos tanto la taquigrafía: - Tengo muy buena memoria y uso poco la taquigrafía– le digo mientras me devuelve la libreta.


¿Ve, usted? Hay quienes tienen una buena herramienta para trabajar pero la usan poco… Así se puede entender también a los escritores desorientados; aquellos que tienen herramientas buenas pero las usan poco, porque les falta el material sobre el que desarrollar sus habilidades, estos son los que yo llamo escritores desorientados

¿Algunos ejemplos?


Bernárdez, Borges, Mariani, Córdova Iturburu, Raúl González Tuñón, Pondal Ríos… La desorientación de estos escritores yo la atribuyo a la falta de un problema religioso y social coordinado en estos hombres. Fíjese; Roberto Mariani es un escritor en “Los Cuentos de la Oficina” y es otro tipo de escritor en “El Amor Agresivo” y finalmente otro muy diverso en los cuentos que ha publicado en “La Nación” Lo mismo podemos decir de Córdova Iturburu, “El pájaro, el árbol y la fuente” es completamente distinto del autor a “Las danzas de la luna”. Igual digo de Raúl González Tuñón; “El Violín del Diablo” parece ser una obra de un escritor distinto al autor de “Miércoles de Ceniza”

Pero, no me queda claro que tenga  relación con la falta de un problema social o religioso.


Es así, porque estos hombres tienen inquietudes intelectuales y estéticas y no espirituales e instintivas. Esta gente, a excepción de Mariani, no cree que el arte tenga que ver con el problema social, ni tampoco con el problema religioso. Y entonces trabajan con pocos elementos, fríos y derivados de otras literaturas en decadencia.

¿Qué me puede decir de los suplementos literarios de los diarios?


El suplemento literario de “La Prensa” está acaparado por tres escritores argentinos que pueden agradar al público que lee los avisos de ese rotativo. Bufano, Fernández Moreno y Fausto Burgos, tan calamitoso este último, que muchas veces me he preguntado “qué es lo que piensa” el director del suplemento para aceptarlo. El caso de Fernández Moreno es más claro y se dirige a las horteras que los pueden entender, ahora, Alfredo Bufano, ¡es el acabose!

¿Y el suplemento de “La Nación”?

Ah, el suplemento de “La Nación” por el contrario, es un disloque. Ha publicado ya tanta inocentada y su aparente eclecticismo es tan indigesto, que ya nadie tiene interés en publicar en La Nación. Pero ninguno de estos dos suplementos realiza un plan cultural. El público mira las fotografías y hace a un lado el suplemento cultural, lo tira al cesto. Si no me cree, vaya usted un domingo a la mañana a una estación del subterráneo, ahí podrá verificar lo que le digo.

¿Y en cuanto a las revistas como “Nosotros”, “Criterio” y “Síntesis” que me puede decir?


¡Que son revistas que no he leído nunca!

¿Y en lo que respecta a Claridad?


Que está mal escrita, peor compuesta y sin un método inteligente, pero tiene un público obrero y desempeña una misión social muy útil.

¿Qué opina usted de Roberto Arlt?


¿Qué opino de mí mismo? Que soy un individuo inquieto y angustiado por este permanente problema: de qué modo debe vivir el hombre para ser feliz, o mejor dicho, de qué modo debería vivir yo para ser completamente dichoso. Como uno no puede hacer de su vida un laboratorio de ensayos por falta de tiempo, dinero y cultura, desdoblo de mis deseos personajes imaginarios que trato de novelar y al novelar estos personajes comprendo si yo, Roberto Arlt, viviendo del modo A, B o C, sería o no feliz. Para realizar esto no sigo ninguna técnica, ni ella me interesa.

¿Tiene un plan de trabajo a la hora de escribir?


Roberto Mariani, mi buen amigo, me ha aconsejado siempre el uso de un plan, pero cuando he intentado hacerlo he comprobado que, a la media hora, me aparto por completo de lo que proyecté. Lo único que sé es que el personaje se forma en lo subconsciente de uno como el niño en el vientre de la mujer. Que este personaje tiene a veces intereses contrarios a los planes de la novela, que realiza actos tan estrafalarios que uno como hombre se asombra de contener tales fantasmas. En síntesis, este trabajo de componer novelas, soñar y andar a las cavilaciones con monigotes interiores, es muy divertido y seductor.


¿A qué público de hombres y mujeres se dirige?


Al que tenga mis problemas. Es decir: de qué modo se puede vivir feliz, dentro o fuera de la ley.


¿Le interesa un número amplio o reducido y selecto de lectores?


Eso es secundario. Ni muchos ni pocos lectores me harán mejor ni peor de lo que soy.


El tiempo de la entrevista se acorta y el que se haya puesto de pie, me indica que es hora de las últimas preguntas.

Arlt, ¿cómo ve usted en su porvenir como escritor?


Tengo una fe inquebrantable en mi porvenir de escritor. Me he comparado con casi todos los del ambiente y he visto que toda esta buena gente tenía preocupación estética o humana, pero no en sí mismos, sino respecto de los otros. Esta especie de generosidad es tan fatal para el escritor, del mismo modo que le sería fatal a un hombre que quisiera hacer fortuna ser tan honrado con los bienes de otro como con los suyos. Creo que en esto les llevo ventaja a todos. Soy un perfecto egoísta. La felicidad del hombre y de la humanidad no me interesa un pepino. Pero en cambio el problema de mi felicidad me interesa tan enormemente, que siempre que lance una novela, los otros, aunque no quieran, tendrán que interesarse en la forma en que resuelven sus problemas mis personajes, que son pedazos de mí mismo.

¿Eso lo diferencia de otros escritores de su tiempo?


Aquí los escritores viven más o menos felices. Nadie tiene problemas, a no ser las pavadas de si tal palabra ha de rimar o no. En definitiva, todos viven una existencia tan tibia que un sujeto que tiene problemas, acaba por decirse: “La Argentina es una jauja. El primero que haga un poco de psicología y de cosas extrañas, se meterá en el bolsillo a esta gente”.

Me despido de Arlt con un fuerte apretón de manos; me hace prometer que le haré llegar el primer número de la nueva revista donde publicaré esta nota; una promesa que nunca podré cumplir, pero sé que dentro de 90 años me sabrá disculpar.


*No las preguntas ni las circunstancias, pero las palabras adjudicados a Roberto Arlt en este reportaje “intervenido” le son propias en un reportaje real publicado en el N°12 de la Revista “La Literatura Argentina” de Agosto de 1929.


Cuando la intolerancia religiosa destruyó el Teatro Argentino en 1973

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Por Roberto Famá Hernández

Ubiquémonos a inicios de mayo de 1973; abril termina con un atentado; es muerto por un comando guerrillero el Vicealmirante Hermes Quijada y en la tapa de Clarín del 2 de mayo se lee “Ley Marcial”. Se impone así la pena de muerte en Argentina, mientras Cámpora, presidente electo, se prepara para asumir el gobierno pero no el poder pleno; es que la dictadura de Lanusse lo presiona y discute con él una ley de amnistía, el ERP y otras agrupaciones guerrilleras menores, desconocen la democracia. Las luchas internas dentro del peronismo apremian "al Tío" desde la izquierda y desde la derecha, del mismo modo tironean los sindicatos, mientras el país todo es un hervidero social, más bien una caldera que parece estar a punto de estallar.


En medio de ese clima el arte no se detiene; el Teatro Argentino, de Bartolomé Mitre 1440 en la Ciudad de Buenos Aires está a días de cumplir 89 años. Nacido como teatro de zarzuela, su acústica es ideal para espectáculos musicales y su actual propietario, Alejandro Romay, que obtuvo allí un resonante éxito presentando “Hair” en 1971, ahora ha invertido más de doscientos mil dólares para presentar Jesus Christ Superstar la ópera rock con música de Andrew Lloyd Webber y letras de Tim Riceque que ha hecho furor en Broadway y en Londres, donde ha despertado serias polémicas con grupos ultracatólicos.



Alejandro Romay dijo públicamente que la versión a estrenarse el miércoles dos de mayo en su teatro, no buscaba provocar polémicas. Por su parte, Monseñor Juan Carlos Aramburu en su homilía del domingo anterior, al referirse al estreno de la obra dijo que “existen actualmente promesas de garantía pública y privadamente manifestadas, de que en la obra a representarse en nuestro medio, se harán las modificaciones necesarias, tanto en su texto como en su representación escénica y así se respetarán y no serán heridas las convicciones y los sentimientos religiosos del pueblo argentino”  



A las 7 de la mañana de aquel miércoles dos de mayo una espesa niebla cubre la ciudad de Buenos Aires; no se logra ver a más de 30 metros. Alberto Abagnino, el sereno a cargo del teatro, desde muy temprano asiste, permitiendo el acceso a diferentes técnicos y electricistas que vienen llegando, para ir ajustando la “puesta de luces” y escenografía. Abagnino no puede conocerlos ni identificarlos a todos, vienen con bolsos y herramientas de trabajo, eso le basta, los saluda y sin más trámite les permite el acceso.

A las 7,30 ya son 25 las personas que están trabajando allí. 

Supervisando todo están Juan Carlos Suárez y Mario Vanarelli, responsable del diseño de luces el primero y el segundo de escenografía y vestuario. Sentado junto al pasillo, en fila 10, observa el trabajo Charles Gray, el actor y director inglés, contratado por Romay especialmente para este estreno, al que al fin ha llegado luego de 6 meses de intensos ensayos de jornada completa. A las 7,45  contempla feliz la etapa final de su trabajo, junto a su asistente y su traductor, Alberto Sánchez Sorondo, que lo acompaña en todo momento ya que Charles Gray no habla ni una palabra de castellano.

Es por eso que no entiende ni se alarma cuando alguien detrás  de ellos dice: - ¡De pie y no se muevan! – dos jóvenes con sus caras tapadas por el cuello alto de sus poleras de lana negra, les apuntan con sus revólveres. Gray  recién comprende cuando, por la cara de estupor de su asistente, gira para ver qué sucede y lo que ve lo deja impávido, pero no se perturba y sólo repite: - okey, okey… él cree que es un robo.


Pero el pánico llego de inmediato cuando cuatro bombas incendiarias de tipo Moltov, arrojadas desde el pullman caen sobre el escenario. Al instante comienza a arder la escenografía. Otras tres bombas caen sobre el foso de orquesta y entra en llamas el telón de boca. Cuatro más son arrojadas en los palcos. Artistas y técnicos pretenden correr hacia la salida, pero no menos de cinco balazos al techo intimidan a todos y por un momento se arrojan al piso, viendo como siete desconocidos ganan la salida sin arrojar panfletos ni gritar consigna alguna. Detrás corren todos los que allí estaban, mientras el fuego alcanza ya los paneles acústicos del techo.  En el hall de entrada se escucha que golpean desde el interior la puerta de acceso al baño del público, es Alberto Abagnino que pide auxilio; entre varios logran forzar la puerta y rescatar al sereno.


Veinte minutos después cuatro dotaciones de bomberos del Cuartel Central con cinco líneas de mangueras atacan el fuego. Recién a las 10,15  han logrado circunscribir el fuego para que no se propague a los edificios linderos. Ya, a las 11,30, el fuego se ha extinguido por completo, pero el Teatro Argentino también; nada ha quedado en pie, sólo cenizas, dolor e indignación.




FANNY NAVARRO Y EL ENSAÑAMIENTO DEL ANTIPERONISMO

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Por Roberto Famá Hernández

Héctor Olivera en su película del 2004, "Ay Juancito" fue extremadamente agresivo a la hora de retratar a una de las mayores divas del cine y del teatro que ha dado este país: la señora Fanny Navarro. 

Olivera se esmeró en retratarla con trazo grueso: según su película era una desaprensiva trepadora que, con tal de hacerse famosa, no dudó en subirse a la cama de Juan Duarte; hombre de finos bigotes, sospechado de corrupción, hermano de Eva Duarte y secretario privado del general Perón.


Pero la verdad es que no solamente Olivera, él y muchos pretenden aún hoy ignorar  que en 1934, cuando Juan Duarte era apenas un modesto vendedor de jabón en Junín, Fanny Navarro ya figuraba en el reparto de una ópera en el Teatro Colón que encabezaba, nada menos, Claudia Muzzio, y cinco años después protagonizaba "Ambición", el film de Adelqui Millar. Cuatro años antes de que Perón llegara a la Presidencia,  la revista Antena en su Nro 537 del 5 de junio de 1941 la dedicó su tapa.  

Es obvio, entonces, que cuando Duarte la conoció, Fanny Navarro ya era toda una reconocida estrella, con éxitos resonantes en su carrera  una muy buena actriz, del drama, la comedia y la revista porteña, que brillaba en el Maipo tanto como en el Cervantes, con un entremés ligero o protagonizando el Antígona Vélez de Leopoldo Marechal y, además era hermosa, una muñequita de cabellos negros y sonrisa franca que al enamorarse de Juan Duarte se condenó a una serie de desgracias interminables. 

Si cometió errores, estos fueron agrandados por sus enemigos y los enemigos del peronismo (delaciones, confección de listas negras, bienes mal habidos, etc.) Quienes investigaron su vida nunca encontraron pruebas para acusarla de algo y, al contrario, descubren que ella fue, ya desde 1953 hasta su muerte, el chivo expiatorio del gobierno peronista en su caída, y de los siguientes gobiernos en su revancha. 

Una de las obsesiones de la Revolución Fusiladora de Aramburu  fue demostrar que Juan Duarte había sido asesinado. La comisión investigadora Nº 58 fue presidida por un tal  Molinari, pero en realidad estaba dirigida por Próspero Germán Fernández Alvariño, torturador sádico de la dictadura conocido como el Capitán Gandhi, que ordenó cortarle la cabeza al cadáver de Juan Duarte, con la excusa de analizar el orificio de la bala. 

La necrofilia antiperonista de este nefasto personaje Capitán Gandhi, no tuvo límites: durante uno de los interrogatorios a que fue sometida Fanny Navarro, el Capitán Gandhi mandó traer la cabeza tapada, que descubrió súbitamente ante la actriz. Ella se desvaneció en el acto. Jamás pudo recuperarse de ésta y otras crueldades. Aislada por sus colegas, su vida se precipitó como un meteorito. Los sesenta la sorprendieron con trabajo escaso y mal pago, al borde de la indigencia y con frecuentes ataques de pánico que la llevaron a sucesivos intentos de suicidio. Vivía prácticamente recluida, cuidando de su madre y de sus sobrinos. Enferma de las coronarias, de amargura y soledad, murió en 1971, a los 51 años.




El “Teatro Boedo; La Catedral del género chico ”

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Breve reseña sobre el desaparecido “Teatro Boedo”; conocido como la catedral del género chico.

Por Roberto Famá Hernández




El desaparecido Teatro Boedo, que supo tener su etapa de gloria durante las tres primeras décadas del Siglo XX, fue posible por la visión de un catalán llamado Jaime Cullen, cuya actividad principal era la comercialización mayorista de aceites.

Negocio próspero para la época que, luego de algunos años de ahorros y esfuerzos, le permitió  contar con el dinero suficiente como para construir sobre Av. Boedo 944 una casa de inquilinato.


Pero a poco andar en su propósito, Cullen decidió que mejor era construir un teatro dedicado al barrio de Boedo, a pesar que el barrio ya contaba con algunas otras salas pequeñas, como la ubicada en Boedo y San Ignacio inaugurada en 1901 y el Teatro América, sin palcos, ubicado a menos de cien metros del teatro que construía Cullen.


 Es decir, un teatro más, en un barrio netamente obrero, humilde, pero que tenía  un apetito cultural enorme, fomentado por las agrupaciones anarquistas primero, socialistas luego, que formaban intelectuales y artistas. Además, Jaime Cullen tenía el predicamento suficiente para convocar a valiosos artistas, pese a que Boedo quedara lejos de las candilejas del centro de la ciudad. 

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Así fue que al inaugurarse en 1905, inmediatamente el Teatro Boedo se instaló como lugar de culto para grandes nombres de la dramaturgia de aquel tiempo, como Alberto Vacarezza, Carlos Pacheco, Julio Sánchez Gardel, Florencio Sánchez y otros, junto a artistas profesionales de buen nivel e intelectuales como José González Castillo. 


Ya en 1917, el barrio de Boedo era una verdadera usina donde jóvenes con inquietudes artísticas e intelectuales hacían de los cafés y salas del barrio, como el Teatro Boedo, verdaderas academias populares, donde se reunían a escuchar, a exponer ideas, a debatir, allí estaban integrados grupos de intelectuales y artistas de todas las disciplinas con obreros libertarios. 

Esta usina pronto llamó la atención de gente con inquietudes de otros barrios porteños y también a músicos, poetas, pintores, escultores y actores que venían desde la zona sur del conurbano.

El 21 de julio de 1918, la Compañía de Luis Arata – Brieva , estrenó en el Teatro Boedo la obra " El tío soltero " de R. Hicken. Sobre ese escenario se presentaron las compañías teatrales más importantes de la época, como la de Eva Franco pero también tuvo su brillo la Compañía del barrio formada por Pedro Zanetta, un joven anarquista de Boedo que descubrió allí su vocación teatral y a la que durante casi 20 años le entregó su vida y allí, en esa sala, fue velado por sus compañeros de ruta; pero esa es otra historia que desarrollaré en una publicación próxima.

 El Teatro Boedo fue demolido entrada ya la década del 40 y hoy vemos allí una sucursal de una cadena de farmacias, pero el olvido no tiene lugar en Boedo.

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TRINIDAD GUEVARA; MUCHO MÁS QUE UNA EXCELENTE ACTRIZ

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Por Roberto Famá Hernández

Miembro de la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral


“24 de julio de 1873: Trinidad Ladrón de Guevara, 75 años, apoplejía serosa”:


Estas formales palabras en el Registro de Defunciones clausuraron la vida civil de la actriz más trascendente del teatro rioplatense en tiempos de Rosas, ícono de la mujer avasallante y desenfadada, que protagonizó éxitos memorables y amores escandalosos, que provocó admiración y odios viscerales, y que murió una fría noche de julio, en casa de su hija Laurentina, en la lejana Buenos Aires del siglo XIX.

Pero quizás no fue esta la única muerte de Trinidad Ladrón de Guevara, antes habrá muerto una parte de su ser, cuando le arrancaron por ser madre soltera, a su hija Carolina Martina, para ser criada por la familia del padre de la criatura; el Coronel Manuel Oribe, el militar uruguayo que llegara luego a ser el 7° presidente de Uruguay, de familia patricia, que nunca había tolerado el escándalo en la alta sociedad montevideana, a causa del nacimiento de aquella niña, el 21 de febrero de 1816, fruto de amoríos con una actriz sin linaje alguno. Así fue que cuando Oribe al fin se casó con su prima, Agustina Contucci, también patriota de la independencia, a Trinidad le arrancaron a su hija Carolina de 3 años, para ser criada “con moral y buenas costumbres”.

Es que Trinidad Ladrón de Guevara, había nacido en Santo Domingo de Soriano –actual Uruguay– el 11 de mayo de 1798, en una familia pobre; su madre Dominga Cuevas, fue una criolla sin estudios y su padre un actor y archivista oriental llamado Joaquín Ladrón de Guevara. De modo que, Trinidad pertenecía a un grupo social muy mal visto, los actores pobres, considerados inmorales, infieles a Dios y de vida liviana.

Trinidad contaba con apenas 13 años cuando hizo su primera actuación en la Compañía Cómica de Montevideo interpretando un papel menor. Por lo tanto, luego de la separación de su hija, contaba ya con amplia experiencia escénica y decidió radicarse en Buenos Aires. Rápidamente pudo entonces incorporarse al elenco del Teatro Coliseo de Buenos Aires y su éxito fue inmediato, su capacidad interpretativa y la ductilidad de su voz deslumbraron al público.

Paralelamente, su largo romance con un hombre casado con el que tuvo 6 hijos sin casarse nunca, hizo que su vida amorosa y su revolucionaria forma de vida libertaria provocara envidias y una campaña constante de injurias a lo largo de toda su carrera, que corrían a la par de la admiración incondicional del público.

Ambas condiciones, el éxito teatral, la incomprensión social por su inquietante vida y por su lucha como mujer contra la falsa moral, la acompañaron en su regreso triunfal a Montevideo, en sus actuaciones memorables en Córdoba, en Mendoza y en Chile, hasta que se retirara de la escena a los 46 años.

Aquella hija de Trinidad Guevara quizás haya entendido en su madurez, que su madre también luchó por la independencia, no de un territorio, sino de todas las mujeres, libres en la vida personal como iguales en la vida profesional.

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